30 ene 2008

La Oración del Nombre de Jesús


Por

Luis Fernando Figari

La `oración a Jesús´, conocida también como `oración del corazón´ es una breve fórmula piadosa, Señor Jesús, Hijo de Dios, ten piedad de mí, algunas veces con el añadido: pecador, repetida en el marco de un método. Hay algunos entusiastas que quieren hacer retroceder su origen hasta los apóstoles, pero, al parecer, no es posible encontrarla, con sus características actuales, antes del siglo XIII.

Sin embargo, teniendo en cuenta la naturaleza de la `oración a Jesús´, se pueden descubrir sus orígenes en el ambiente de búsqueda de una oración continua que sella intensamente la historia espiritual de los primeros siglos cristianos, particularmente el peregrinar de los Padres del desierto. Es doctrina común del monacato primitivo la búsqueda del ideal de la oración continua. Se dice de San Antonio de Egipto (c.250-356), quien ha pasado a la historia como `el padre de los monjes´, que «rezaba constantemente, pues había aprendido que era necesario rezar incesantemente en privado». La aspiración a una oración incesante se nutre de orientaciones como las de San Pablo que exhorta a vivir «perseverantes en la oración» (Rom 12, 12) y a orar «sin cesar» (1Tes 5, 17).

Los ejercicios de la memoria o presencia de Dios y el combate contra pensamientos dañinos, así como la `meditación secreta' (krypte melete), como metódica y constante repetición, oral o mental, de una oración o frase corta o de una sentencia de la Sagrada Escritura, son el medio donde, a través de un largo proceso histórico, nace y se impone como fórmula privilegiada la `oración a Jesús´. Ireneo Hausherr, notable estudioso del tema, sostiene que la `oración´pénzos: lamentación, tristeza, dolor por los propios pecados. es una fórmula abreviada que sintetiza la espiritualidad monástica de

Las jaculatorias

La repetición de jaculatorias, oraciones cortas, para alabar al Señor, obtener ayuda o para implorar perdón, se descubre en la temprana tradición cristiana. Ya en tiempos de Casiano (c.360-435) se va enlazando esta práctica con el propósito de alcanzar la oración continua. Otro testigo, de los numerosos que se pueden aducir, es San Juan Crisóstomo (c.344- 407), quien recomienda la repetición frecuente y sucesiva de unas mismas breves palabras. Sin embargo, la explícita invocación al Señor Jesús, como en la `oración´, no está necesariamente ligada a esta difundida práctica. Existe una gran libertad en la elección de la sentencia que se repite buscando la comunión con Dios. Así, por ejemplo, el mismo Casiano recomendaba en sus Colaciones: «Si queréis que el pensamiento de Dios more sin cesar en vosotros, debéis proponer continuamente a vuestra mirada interior esta fórmula de devoción: Ven, oh Dios, en mi auxilio, apresúrate, Señor, a socorrerme. No sin razón ha sido preferido este versículo entre todos los de la Escritura. Contiene en cifra todos los sentimientos que puede tener la naturaleza humana. Se adapta felizmente a todos los estados, y ayuda a mantenerse firme ante las tentaciones que nos solicitan». Arsenio (m. 449), monje del desierto, cuyos dichos son repetidos reverentemente por los monjes, por ejemplo, oraba diciendo: «Señor, dirígeme por el camino de la salvación». Sería fácil seguir citando oraciones breves de diversos padres en las que no se menciona explícitamente `Jesús' ni `Señor Jesús' o `Jesucristo´.

También es posible encontrar referencias a la invocación del nombre del Reconciliador, pero sin el recurso a la fórmula en la que cristalizó la llamada `oración a Jesús´ ni al marco metódico psico-físico que la acompaña. Como un ejemplo se puede citar una oración de Isaac de Siria, Obispo de Nínive (s. VII): «Oh nombre de Jesús, llave de todos los dones, abre para mí la gran puerta de tu casa del tesoro para que pueda entrar y alabarte, con la alabanza que nace del corazón, como respuesta a tus misericordias que vengo experimentando de un tiempo acá; pues tú has venido y me has renovado con la conciencia del Nuevo Mundo». Otro ejemplo, entre los muchos citables, es el del abba Sisoes, quien en una ocasión confiesa que durante treinta años había rezado así: «Señor Jesús, protégeme de mi lengua».

Para seguir reflexionando sobre este tema

http://www.oracioncatolica.info/nombredejesus.php


No es lo mismo arrastrar la cruz que cargarla con amor

No es fácil vivir el dolor porque no es agradable; sin embargo, es parte de la existencia.
Sin duda en la vida todos cargamos una o varias cruces, no es nada nuevo porque Dios hecho hombre lo hizo heroicamente a lo largo de su peregrinar en la tierra. Difícil sí es cuando la cruz no es asumida o lo que es peor, se arrastra con amarga mortificación y desesperanza.

Cargar la cruz sí que duele, pero cuando con amor la unimos a la de Cristo el dolor nos santifica. Así contribuimos también al plan de salvación del mundo entero, de nuestros hermanos en la tierra y de los que aún se encuentran en el Purgatorio.

Cargando el madero podemos unirnos a Cristo y depender de él tanto como un hijo lo hace de un padre. En la mortificación auténtica podemos explorar nuestro interior y encontrar nuestra identidad que es revelada por Dios

El Señor Jesús nos exhorta en el Evangelio a seguirlo cargando la cruz, en ningún momento pide que lo sigamos sin obstáculos o problemas. Él quiere que el dolor lo llevemos con dignidad porque el sufrimiento a la luz de su resurección nos redime, siendo ganancia para el reino de los cielos, aquí y en el fin de los tiempos.

¿Cuánto tiempo viviremos? La interrogante es válida porque muchos sufrimos en carne propia grandes cosas, situaciones que muchas veces nos traspasan, siendo por supuesto la vida no sólo eso. Estar en gracia y vivir en la presencia de Dios es motivo de una gran alegría. No sabemos cuándo nos llegará la hora, por eso hay que prepararse viviendo cada minuto como Dios manda, esperanzados siempre, ya sea en la cima más alta con la roca más pesada o en la orilla del mar con la brisa más fresca. Ante esto dice San Pablo: "Todo lo puedo en Él que me conforta".

Si nos fijamos cotidianamente sobre lo que nos falta nunca valoraremos lo que por gracia de Dios tenemos, o lo que es peor no viviremos el amor diario que verdaderamente nos hace felices

No es fácil vivir el dolor porque no es agradable, Sin embargo es parte de la existencia. En las librerías new age existe un libro titulado "ama y no sufras", ¿De que amor está hablando el autor? Seguramente de algo gaseoso que no implica la pedagogía del sacrifico, la espera o la paciencia.

No siempre el sufrimiento es buscado por nosotros, es decir que hay cosas que humanamente son inexplicables. Es que el dolor es un misterio y es en Dios donde puede tener sentido o luz. Carguemos la cruz y dignifiquemos nuestro dolor en Cristo que ganó la victoria con su muerte y resurección. No es fácil, pero hay que intentarlo, Jesús es maestro en el sufrimiento, recordemos, por mencionar algo, su infinita fe y unión al Padre en Getsemaní y en toda la agonía antes de su terrible muerte.

Autor: Alejandro Lostaunau Neira