19 sept 2007

Pensamiento Macaco

Quizá recuerdes la novela o la la película El planeta de los simios. Todo estaba al revés. Los seres humanos eran considerados como nosotros hoy consideramos a los simios. De algo parecido trata esta página que aspira a ayudarte a comprenderte mejor. No tiene pretensiones psicológicas profesionales ni nada por el estilo. Sólo aspira a tener sentido común, o aquello que tanto preocupaba al gran filósofo del español del siglo diecinueve p. Jaime Balmes: CRITERIO.
"El pensar bien consiste: o en conocer la verdad o en dirigir el entendimiento por el camino que conduce a ella. La verdad es la realidad de las cosas. Cuando las conocemos como son en sí, alcanzamos la verdad; de otra suerte, caemos en error". El pensamiento macaco se enreda y no ve las cosas como son. Se confunde, y no poco. Justifica las cosas, pues algunas siempre se pueden encontrar. Pero debe aprender a pensar con objetividad para deshacerse del pensar macaco. Por si acaso los sinónimos de "macaco" son: simio, mono, mico. No pocas veces tenemos pensamientos "parásitos", pensamientos que se alojan en nuestra mente y se ocultan en la memoria, como los ·virus· de los ordenadores (computadores, computadora o como se quiera llamarlos). Se alojan dentro de la memoria y permanecen escondidos, hasta que salen a reclamar como si fueran dueños de casa, y buscan hacer su gusto, controlarlo todo. Esos pensamientos son parásitos pues viven a costa de los buenos pensamientos, y se alojan en la memoria, es decir en nuestro interior. Tales pensamientos se llaman también "macacos", pues se comportan como monos.¿Cuando piensas tus pensamientos parásitos se cruzan y enredan las cosas? ¡Qué novedad! Esto de los pensamientos parásitos es bien antiguo. Los antiguos monjes psicólogos los llamaban "logismoi". Hoy los llaman "pensamientos errados". El que cede a los pensamientos macacos, tiene mente de macaco, o no. ¿Qué piensas? Bien, de lo que se trata es de conocerlos y no dejarlos hacer sus "macacadas". Ojalá ayude este texto. No es complicado, y hasta es gracioso por momentos. Al menos así le parece a algunos.

si quieres profundizar más en los pensamientos macacos, estra aca

18 sept 2007

«Dios no ha creado el mal» (entrevista)

Hace cerca de un mes, la costa sur del Perú fue azotada por un fuerte terremoto que dejó centenares de muertos, heridos y miles de damnificados. Al poco tiempo, otro sismo aun más fuerte sacudió otra zona del Pacífico, esta vez en Asia. Ante situaciones como esta brotan innumerables cuestionamientos y reacciones: ¿por qué ocurren estas cosas?, ¿cuál es el sentido del dolor?, ¿por qué parece que son los más pobres y débiles quienes más sufren? No es raro encontrar a quienes deciden alejarse de la fe en Dios sacudidos por estas preguntas.
En Pensamiento Católico quisimos salir al encuentro de estos cuestionamientos, pues creemos que por más incómodos que sean es importante responderlos desde lo que nos enseña nuestra fe y ayudar a otros a hacer lo mismo. De hecho, ahondando en ellos podemos hacer más sólida y profunda nuestra experiencia cristiana.
Inaugurando una nueva sección, Pensamiento Católico entrevistó al teólogo peruano Gustavo Sánchez y le consultó acerca de estos temas.
Gustavo Sánchez Rojas (Lima, 1962) es doctor en Teología por la Facultad de Teología Pontificia y Civil de Lima. Actualmente es profesor de Teología Dogmática en la misma universidad. También es profesor principal de la Universidad Marcelino Champagnat y profesor principal en la Universidad Católica San Pablo, de Arequipa. Es director de la revista Vida y Espiritualidad. ver artículohttp://pensamientocatolico.blogspot.com/2007/09/dios-no-ha-creado-el-mal.html

10 sept 2007

“No hay que tener miedo de abrir al Señor Jesús las puertas de nuestro corazón”


Entrevista a Luis Fernando Figari,Fundador del Movimiento de Vida Cristiana
Paolo Ondarza, Radio VaticanaViernes, 2 de junio de 2006

- ¿Cuál es el valor de este encuentro de los movimientos con el Papa con ocasión de Pentecostés?
Es una valiosísima ocasión de comunión eclesial en torno al Sucesor de Pedro. Es también ocasión de testimoniar al mundo la vitalidad de Iglesia, de anunciar con la propia experiencia de vida que el Señor Jesús es la única respuesta a todos los anhelos del ser humano y que no hay que tener miedo de abrirle las puertas de nuestro corazón.
- ¿Cuál considera que es la importancia de los movimientos hoy al interior de la Iglesia?
El Papa ha afirmado recientemente que la vitalidad de los movimientos “es un signo de la presencia activa del Espíritu Santo”. Vivimos una época difícil, tiempo mucha confusión. En este sentido, el aporte que los movimientos pueden dar a la nueva evangelización es muy importante.
- ¿Ve usted algunos límites hoy en la estructura de los movimientos, límites que, quizás en esta ocasión del encuentro con el Papa, se podrían poner de relieve?
Pienso que los movimientos eclesiales, bajo la guía de de la Sede Apostólica y de los pastores, vienen madurando sus experiencias de fe y de articulación en la comunidad eclesial. En este sentido, el aliento y la visión clara del Papa Juan Pablo II y del Papa Benedicto XVI en relación a la misión de los movimientos en la Iglesia han sido y son fundamentales.
- ¿Cuál es la especificidad del Movimiento de Vida Cristiana?
El Movimiento de Vida Cristiana es un movimiento eclesial con un intenso acento mariano inspirado en las palabras de Jesús en el Golgota. Constituye un espacio comunitario para hombres y mujeres de muchos países de encuentro con el Señor Jesús en la comunión de la Iglesia. En lo central de la experiencia de fe está la convicción de que Cristo nos enseña a ser personas plenas, el anhelo por vivir la santidad, el apostolado en perspectiva de Nueva Evangelización, el impulso de la reconciliación y la entrega solidaria en el servicio a los necesitados.
- ¿En qué realidad nace el Movimiento de Vida Cristiana?
El Movimiento de Vida Cristiana surgió en Lima, Perú, en 1985. Para ese momento la familia sodálite venía desarrollado diversas iniciativas apostólicas. Fue entonces que pensé en integrar estas iniciativas en una realidad que bautizamos como Movimiento de Vida Cristiana.
- ¿Cuáles son los principales puntos de su intervención del 3 de junio?
He tenido la inmensa bendición de ser invitado a dirigir unas palabras al Papa Benedicto XVI, en la Plaza San Pedro. Serán palabras de gratitud y de compromiso de cara a la misión que recibimos del Señor: anunciar el Evangelio hasta los confines del mundo.

7 sept 2007

Trabajar al ritmo de Dios, Padre San Alberto Hurtado


Reflexión personal escrita en noviembre de 1947
Cuando un hombre se aparta de los caminos trillados, ataca los males establecidos, habla de revolución, se lo cree loco. Como si el testimonio del Evangelio no fuera locura, como si el cristiano no fuera capaz de un gran esfuerzo constructor, como si no fuéramos fuertes en nuestra debilidad (cf. 2Cor 12,9). Nos hace falta muchos locos de éstos, fuertes, constantes, animados por una fe invencible.Un apostolado organizado requiere en primer lugar un hombre entregado a Dios, un alma apostólica, completamente ganada por el deseo de comunicar a Dios, de hacer conocer a Cristo; almas capaces de abnegación, de olvido de sí mismas, con espíritu de conquista. La organización racional del apostolado, exige precisamente, que lo supra racional, esté en primer lugar. ¡Que sea un santo! En definitiva, no va a apoyarse sobre los medios de su acción humana, sino sobre Dios. Lo demás vendrá después: que trabaje no como guerrillero, sino como miembro del Cuerpo Místico, en unión con todos los demás, aprovechándose de todos los medios para que Cristo pueda crecer en los demás, pero que primero la llama esté muy viva en él.Es imposible un santo si no es un hombre; no digo un genio, pero un hombre completo dentro de sus propias dimensiones. Hay tan pocos hombres completos. Los profesores nos preocupamos tan poco de formarlos; y pocos toman en serio el llegar a serlo.El hombre tiene dentro de sí su luz y su fuerza. No es el eco de un libro, el doble de otro, el esclavo de un grupo. Juzga las cosas mismas; quiere espontáneamente, no por fuerza, se someta sin esfuerzo a lo real, al objeto, y nadie es más libre que él. Si se marcha más despacio que los acontecimientos; si se ve las cosas más chicas de lo que son; si se prescinde de los medios indispensables, se fracasa. Y no puede sernos indiferente fracasar, porque mi fracaso lo es para la Iglesia y para la humanidad. Dios no me ha hecho para que busque el fracaso. Cuando he agotado todos los medios, entonces tengo derecho a consolarme y a apelar a la resignación. Muchos trabajan por ocuparse; pocos por construir; se satisfacen porque han hecho un esfuerzo. Eso no basta. Hay que amar eficazmente.El equilibrio es un elemento preciso para un trabajo racional. Vale más un hombre equilibrado que un genio sin él, al menos para el trabajo de cada día. Equilibrio no quiere decir, en ninguna manera, un buen conjunto de cualidades mediocres, se trata de un crecimiento armónico que puede ser propio del hombre genial, o una salud enfermiza, o una especialización muy avanzada. No se trata de destruir la convergencia de los poderes que se tiene, sino de sobrepasarlas por una adhesión más firme a la verdad, de completarse en Dios por el amor.La moral cristiana permite armonizarlo todo, jerarquizarlo todo, por más inteligente, ardiente, vigoroso que uno sea. La humildad viene a temperar el éxito; la prudencia frena la precipitación; la misericordia dulcifica la autoridad; la equidad tempera la justicia; la fe, suple las deficiencias de la razón; la esperanza mantiene las razones para vivir; la caridad sincera impide el repliegue sobre sí mismo; la insatisfacción del amor humano deja siempre sitio para el amor fraternal de Cristo; la evasión estéril está reemplazada por la aspiración de Dios, cargada de oración, y de insaciable deseo. El hombre no puede equilibrarse sino por un dinamismo, por una aspiración de los más altos valores de que él es capaz.El ritmo cotidiano debe armonizarse entre reposo, trabajo difícil, trabajo fácil, comidas, descansos. Es bueno recordar que en muchos casos se descansa de un trabajo pasando a otro trabajo, no al ocio.¿A qué paso caminar? Una vez que se han tomado las precauciones necesarias para salvaguardar el equilibrio, hay que darse sin medirse, para obtener el máximo de eficacia, para suprimir en la medida de lo posible las causas del dolor humano.Se trabaja casi al límite de sus fuerzas, pero se encuentra, en la totalidad de su donación y en la intensidad de su esfuerzo, una energía como inagotable. Los que se dan a medias están pronto gastados, cualquier esfuerzo los cansa. Los que se han dado del todo, se mantienen en la línea bajo el impulso de su vitalidad profunda.Con todo no hay que exagerar y disipar sus fuerzas en un exceso de tensión conquistadora. El hombre generoso tiende a marchar demasiado a prisa: querría instaurar el bien y pulverizar la injusticia, pero hay una inercia de los hombres y de las cosas con la cual hay que contar. Místicamente se trata de caminar al paso de Dios, de tomar su sitio justo en el plan de Dios. Todo esfuerzo que vaya más lejos es inútil, más aún, nocivo. A la actividad reemplazará el activismo que se sube como el champaña, que pretende objetos inalcanzables, quita todo tiempo para contemplación; deja el hombre de ser el dueño de su vida.Al partir en la vida del espíritu, se adquiere una actitud de tensión extrema, que niega todo descanso. Pero como ni el cuerpo ni el alma están hechos para esto, viene luego el desequilibro, la ruptura. Hay, pues, que detenerse humildemente en el camino, descansar bajo los árboles y recrearse con el panorama, podríamos decir, poner una zona de fantasía en la vida.El peligro del exceso de acción es la compensación. Un hombre agotado busca fácilmente la compensación. Este momento es tanto más peligroso, cuanto que se ha perdido una parte del control de sí mismo, el cuerpo está cansado, los nervios agitados, la voluntad vacilante. Las mayores tonterías son posibles en estos momentos. Entonces hay sencillamente que disminuir: Volver a encontrar la calma entre amigos bondadosos, recitar maquinalmente su rosario y dormitar dulcemente en Dios.

6 sept 2007

Algunas palabras de la Madre Teresa de Calcuta


EL AMOR
El amor, para que sea auténtico, debe costarnos.
Ama hasta que te duela. Si te duele es buena señal.
Para hacer que una lámpara esté siempre encendida, no debemos de dejar de ponerle aceite.
Hay una cosa muy bonita: compartir la alegría de amar. Amarnos los unos a los otros. Amar hasta el dolor.
EL AMOR AL PRÓJIMO
Preferiría cometer errores con gentileza y compasión antes que obrar milagros con descortesía y dureza.
Darle a alguien todo tu amor nunca es seguro de que te amarán de regreso, pero no esperes que te amen de regreso; solo espera que el amor crezca en el corazón de la otra persona, pero si no crece, sé feliz porque creció en el tuyo. Hay cosas que te encantaría oír, que nunca escucharás de la persona que te gustaría que te las dijera, pero no seas tan sordo para no oírlas de aquel que las dice desde su corazón.

Oración de un rebelde con causa

Me acerco a Ti, mi Señor y mi Dios,con toda la humildad de la que soy capazpara pedirte que me concedasser un rebeldepor causa de tu Reino.
No es que quiera ser una personadifícil de dirigir y orientar,no es que quiera ser tardo para la obedienciaa la legítima autoridad.Bien sabes, Señor, que no es esa rebeldíala que te pido.
Quiero vivir siempre abierto a tu gracia.No quiero alejarme de la verdad,anhelo rechazar toda mentira, empezando por el autoengaño.
Quiero vivir el amor,la entrega generosa a tu Plan,la solidaridad fraterna,el compromiso contigo,y desde tu Amor,con los demás.
Quiero ser humilde,dócil ante los grandes planes que tienes,colaborador sencillo,conciente de que es por tu fuerza,derramada en mi corazón,que puedo hacer lo que hago.¡Precisamente por eso te pido hoy!
Te pido ser un rebelde ardorosoque rechace toda tentación,ayúdame, Señor, yo te ofrezco cooperarcon todo mi sery para siempre.
Te pido resistira los consuelos y confortsexternos,Ayúdame a comprenderque allí no hay felicidad.
Dame el donde ser un inconformecon la injusticia,con el exceso de seguridades,con el odio, con un mundo que opta por la muerte,con la esclavitud del "que dirán",con la coerción que quieraapartarme de tu Camino.
Concédeme una fiera autocríticacontra la farsa de mis imágenes, personajes y roles,que no te tienen en cuenta a Ti,y que absorben mi identidad;y contra la farsa de un mundoque se alza autónomo contra Tiy va destruyendo al ser humano,tu criatura preferida.
Dame la gracia de ser un indómitode tu Reino,un incansable trabajadorpor cambiarme y cambiarel mundo.
Hazme el regalo de la audacia,de no tener miedo,de remar siempre"mar adentro",de estar insatisfechocon toda mediocridad,de tener astuciaante las dificultades,de oír con amor y con esperanzatu Palabra:
"En el mundo tendrásproblemas y amarguras;pero ten ánimopues Yo he vencidoal mundo",(Jn 16,33).
(Texto #6 de la colección interna)

El Ruiseñor y la Rosa


Por Oscar Wilde


Dijo ella que bailaría conmigo si le llevaba unas rosas rojas – exclamó el joven estudiante – ; pero no hay en todo mi jardín una sola rosa roja.

Desde su nido de la encina oyóle el ruiseñor; miró por entre las hojas asombrado.

– ¡No hay una sola rosa roja en todo mi jardín! – gritaba el estudiante.

Y sus bellos ojos se llenaban de lágrimas.

– ¡Ah, de qué cosa más insignificante depende la felicidad! He leído todo cuanto han escrito los sabios; poseo todos los secretos de la Filosofía y tengo que sentirme desdichado por falta de una rosa roja.

«He aquí, por fin, el verdadero enamorado – se dijo el ruiseñor –. Le he cantado todas las noches, aun sin conocerle; noche tras noche he contado su historia a las estrellas, y ahora le veo. Su cabellera es oscura como la flor del jacinto, y sus labios rojos como la rosa que desea; pero la pasión ha tornado su rostro pálido como el marfil, y 1a tristeza le ha marcado en la frente con su sello.»

– El príncipe da un baile mañana por la noche – murmuraba el joven estudiante –, y mi adorada asistirá a la fiesta. Si le llevo una rosa roja, bailará conmigo hasta el amanecer. Si le llevo una rosa roja, la estrecharé en mis brazos. Reclinará su cabeza sobre mi hombro y su mano descansará en la mía. Pero como no hay rosas rojas en mi jardín, tendré que estar solo y ella no me hará caso ninguno. No se fijará en mí para nada y mi corazón se desgarrará.

«He aquí el verdadero enamorado – se dijo el ruiseñor –. Sufre todo lo que canto; todo lo que es alegría para mí, para él es dolor. Realmente el amor es una cosa maravillosa; es más precioso que las esmeraldas y más raro que los finos ópalos. Perlas y granadas no pueden comprarlo porque no se halla expuesto en el mercado. No puede comprarse al vendedor ni tampoco pesarlo en la balanza para el oro.»

– Los músicos estarán en su estrado – decía el joven estudiante –. Tocarán sus instrumentos y mi adorada bailará a los sones del arpa y del violín. Bailará tan vaporosamente que sus pies no tocarán el suelo, y los cortesanos, con sus alegres atavíos, la rodearán solícitos. Pero conmigo no bailará, porque no tengo rosa roja que darle.

Y dejándose caer en el césped escondió su cara en sus manos y lloró.

– ¿Por qué llora? – preguntó una lagartija verde correteando cerca de él con su cola levantada.

– Sí, ¿por qué? – dijo una mariposa que revoloteaba persiguiendo un rayo de sol.

– Eso es, ¿por qué? – murmuró una margarita a su vecina con una dulce vocecilla.

– Llora por una rosa roja – dijo el ruiseñor.

– ¿Por una rosa roja? – exclamaron –. ¡Qué ridiculez!

Y la lagartija, que era algo cínica, se echó a reír con todas sus ganas.

Pero el ruiseñor, que comprendía el secreto de la pena del estudiante, permaneció silencioso en la encina, reflexionando en el misterio del amor.

De pronto desplegó sus alas oscuras y emprendió el vuelo.

Pasó por el bosque como una sombra, y como una sombra cruzó el jardín.

En el centro del prado se levantaba un hermoso rosal, y al verlo voló hacia él y se posó sobre una ramita.

- Dame una rosa roja – gritó – y te cantaré mi canción más dulce.

Pero el rosal sacudió su cabeza.

- Mis rosas son blancas – contestó –, tan blancas como la espuma del mar, más blancas que 1a nieve en la montaña. Pero ve en busca del hermano mío que crece alrededor del viejo reloj de sol y quizá él te dé lo que quieres.

El ruiseñor voló hacia el rosal que crecía en torno al viejo reloj de sol.

– Dame una rosa roja – gritó – y te cantaré mi canción más dulce.

Pero el rosal sacudió su cabeza. – Mis rosas son amarillas – respondió –, tan amarillas como los cabellos de las sirenas que se sientan sobre un trono de ámbar y más amarillas que el narciso que florece en el prado, antes que llegue el segador con su hoz. Pero ve en busca de mi hermano, el que crece debajo de la ventana del estudiante y quizá él te dé lo que quieres.

Y el ruiseñor voló hacia el rosal que crecía debajo de la ventana del estudiante.

– Dame una rosa roja – gritó – y te cantaré mi canción más dulce.

Pero el rosal sacudió la cabeza.

- Mis rosas son rojas – respondió –, tan rojas como las patas de las palomas y más rojas que los grandes abanicos de coral que el Océano mece en sus abismos. Pero el invierno ha helado mis venas, la escarcha ha marchitado mis botones, la borrasca ha partido mis ramas y no tendré ya rosas en todo este año.

– No necesito más que una rosa roja – gritó el ruiseñor –, solo una rosa roja. ¿No hay ningún medio de que yo la consiga?

– Hay un medio – respondió el rosal –, pero es tan terrible que no me atrevo a decírtelo.

– Dímelo – replicó el ruiseñor –. No tengo miedo.

– Si quieres una rosa roja – dijo el rosal – tienes que hacerla con música, al claro de luna, y teñirla con la sangre de tu propio corazón. Cantarás para mí, con el pecho apoyado en una espina. Cantarás para mí durante toda la noche y la espina te atravesará el corazón y la sangre de tu vida correrá por mis venas y se convertirá en mi propia sangre.

– La muerte es un alto precio para pagar una rosa roja – exclamó el ruiseñor –, y todo el mundo ama la vida. Es grato posarse en el verde bosque y mirar al sol en su carro de oro y a la luna en su carro de perlas. Dulce es el olor del espino y dulces son las campanillas que se esconden en el valle y el brezo que crece en 1a colina. Sin embargo, el amor es mejor que la vida, ¿y qué es el corazón de un pájaro comparado con el de un hombre?.

Entonces desplegó sus alas oscuras y emprendió el vuelo. Pasó por el jardín como una sombra, y como una sombra cruzó sobre la arboleda.

El joven estudiante permanecía tendido sobre el césped,. allí donde le dejó, y las lágrimas no se habían secado aún en sus bellos ojos.

– ¡Sé feliz – gritó el ruiseñor –, sé feliz, tendrás tu rosa roja! La crearé con música aI claro de luna y la teñiré con la sangre de mi propio corazón. Lo único que te pido en cambio es que seas un verdadero enamorado, porque el Amor es más sabio que la Filosofía, aunque esta lo sea, y más fuerte que el Poder, aunque este lo sea. Sus alas son llamas coloridas y su cuerpo color de fuego. Sus labios son dulces como la miel y su aliento es como el incienso.

El estudiante levantó los ojos del césped y escuchó, pero no pudo comprender lo que le decía el ruiseñor, pues únicamente sabía las cosas que están escritas en 1os 1ibros. Pero la encina lo comprendió y se puso triste, porque amaba mucho al pequeño ruiseñor que había construido el nido en sus ramas.

– Cántame una última canción – murmuró –. ¡Me quedaré tan triste cuando te vayas!

Y el ruiseñor cantó para la encina, y su voz era como el agua que burbujea en una jarra de plata. Al terminar su canción, el estudiante se levantó, sacano su cuadernito de notas y su lápiz del bolsillo.

«Tiene estilo – se decía, paseándose por la alameda –, esto es innegable; pero ¿siente? Me temo que no. En realidad es como muchos artistas: todo estilo, sin nada de sinceridad. No se sacrifica por los demás. No piensa más que en la música y, como todo el mundo sabe, es egoísta. Ciertamente no puede negarse que su voz tiene notas muy bellas. ¡Qué lástima que todo eso no tenga sentido alguno o que no persiga ningún fin práctico!»

Y entrando en su habitación, se acostó sobre su jergoncito y se puso a pensar en su amor, y al cabo de un momento se quedó dormido.

Y cuando la luna brilló en los cielos, el ruiseñor voló al rosal y colocó su pecho contra una espiná. Y toda la noche cantó con el pecho apoyado contra la espina, y la fría luna de cristal se detuvo y estuvo escuchando. Cantó durante toda la noche, y la espina penetraba cada vez más en su pecho, y la sangre de su vida fluía de su pecho.

Al principio cantó el nacimiento del amor en el corazón de un joven; y de una muchacha. Y sobre la rama más alta del rosal floreció una rosa maravillosa, pétalo por pétalo, canción tras canción. Primero era pálida como la bruma que flota sobre el río..., pálida como los pies de la mañana y argentada como las alas de la aurora. La rosa que florecía sobre la rama más alta del rosal parecía el reflejo de una rosa en un espejo de plata, el reflejo de una rosa en una laguna.

Pero el rosal gritó al ruiseñor que se apretase más contra la espina.

– ¡Apriétate más, pequeño ruiseñor – gritó el rosal –, o llegará el día antes que la rosa esté terminada!

Y el ruiseñor se apretó más contra la espina, y su canto creció más sonoro, porque cantaba el nacimiento de la pasión en el alma de un bombre y de una virgen. Y un delicado rubor apareció sobre los pétalos de la rosa, lo mismo que enrojece la cara de un enamorado que besa los labios de su prometida.

Pero la espina no había llegado aún al corazón del ruiseñor, y el corazón de la rosa seguía blanco, porque solo la sangre de un ruiseñor puede colorear el corazón de una rosa.

Y el rosal gritó al ruiseñor que se apretase más contra la espina.

– ¡Apriétate más”pequeño ruiseñor – gritó el rosal –, o llegará el día antes que la rosa esté terminada!

Y el ruiseñor se apretó aún más contra la espina, y la espina tocó su corazón, y sintió en él un cruel espasmo de dolor. Cuanto más acerbo era su dolor, más impetuoso salía su canto, porque cantaba el amor sublimizado por la muerte, el amor que no fenece en la tumba. Y la rosa maravillosa enrojeció como la rosa del cielo oriental. Purpúreo era el cerco de pétalos, y purpúreo como un rubí era el corazón.

Pero la voz del ruiseñor desfalleció y sus breves alas empezaron a batir y una nube se extendió sobre sus ojos.

Su canto se fue debilitando cada vez más y sintió que algo le cerraba la garganta.

Entonces su canto tuvo un último estallido de música. La blanca luna le oyó; y, olvidándose de la aurora, se detuvo en el cielo.

La rosa roja le oyó; tembló toda ella de arrobamiento y abrió sus pétalos al aire frío de la mañana.

Eco le condujo hacia su caverna purpúrea de las colinas y despertó de sus sueños a los pastores dormidos.

Flotó entre los cañaverales del río, que llevaron su mensaje al mar.

– ¡Mira, mira! – gritó el rosal –. ¡Ya está terminada la rosa!

Pero el ruiseñor no respondía; yacía muerto sobre las altas hierbas, con el corazón traspasado por la espina.

A mediodía el estudiante abrió su ventana y miró hacia afuera.

– ¡Qué maravillosa obra de la suerte! – exclamó –. ¡He aquí una rosa roja! No he visto una rosa semejante en toda mi vida. Es tan bella que estoy seguro de que debe de tener un largo nombre en latín.

E inclinándose la arrancó.

Se puso el sombrero y corrió a casa del profesor con su rosa en la mano.

La hija del profesor estaba sentada a la puerta; devanaba seda azul en un carrete, con un perrito echado a sus pies.

– Dijisteis que bailaríais conmigo si os traía una rosa roja – dijo el estudiante –. He aquí la rosa más roja del mundo. Esta noche la prenderéis cerca de vuestro corazón, y cuando bailemos juntos ella os dirá cuánto os amo.

Pero la joven frunció las cejas.

– Temo que esta rosa no case con mi vestido – respondió –, y, además, el sobrino del chambelán me ha enviado varias joyas de verdad, y todos saben que las joyas cuestan más que las flores.

– ¡Bien! ¡A fe mía que sois una ingrata! – dijo el estudiante con aspereza.

Y tiró la rosa al arroyo, donde un pesado carro la aplastó.

– ¡Ingrato! – dijo la joven –. Os diré que sois muy grosero, y, después de todo, ¿quién sois? Solamente un estudiante. No creo que tengáis hebillas de plata en los zapatos, como las del sobrino del chambelán.

Y levantándose de su silla se metió en la casa.

«¡Qué tontería es el amor! – se decía el estudiante a su regreso –. No es ni la mitad de útil que la Lógica, porque no puede probar nada. Habla siempre de cosas que no sucederán y hace creer a la gente cosas que no son ciertas. Realmente no es nada práctico, y en nuestra época todo estriba en ser práctico. Voy a volver a la Filosofía y al estudio de la Metafísica.»

Y ya de vuelta en su habitación, sacó un gran libro polvoriento y se puso a leer.