4 jul 2008

El sentido épico de la existencia en Antoine de Saint-Exupéry

Oscar Tokumura Tokumura es miembro del Sodalicio de Vida Cristiana, y como fruto de su reflexión personal ha elabarado este desarrollo sobre "El sentido épico de la existencia en Antoine de Saint-Exupéry" que nos puede dar muchas luces sobre la actitud ante la vida cristiana.
Los dos estractos que pongo a continuación son una parte del texto completo que lo puedes ver entrando a este link http://www.parresia.org/literatura/lit_02.htm


"a) UN MUNDO SIN HÉROES
¿Por qué hablar del sentido heroico de la existencia? ¿Suena anticuado tal vez?. Y es que nos encontramos en un mundo en que los héroes son especie en extinción.
Sólo por tomar un ejemplo, el contrabando cinematográfico ha difundido masivamente una imagen distorsionada del héroe. Desde los antihéroes de fines de los 60, con Charles Bronson y Clint Eastwood, difundiendo por primera vez una imagen de antihéroes que rompían la ley, anti modelos elevados al podio de la admiración. Los mismos héroes infantiles de los comics son personajes que en el último han ido degenerando hasta llegar a un Batman con problemas siquiátricos y una vida atormentada.
Un fenómeno aparecido en la década de los 90 en que hemos visto desfilar a las estrellas del deporte como los nuevos ídolos. Para muchas jóvenes las Top Models o las actrices son los nuevos ídolos que aspiran alcanzar. El tema es bastante más complicado, pero me limito a señalar algunos hitos más importantes en su difusión masiva.
Prima la apariencia y el brillo de lo espectacular. Lo más grave quizá es que la frivolidad mundana recubre el mundo con una capa de banalidad que termina ocultando el valor auténtico de las cosas. Por ello el compromiso responsable se hace muy difícil. La ola de quejas por la suspensión de la temporada deportiva en Estados Unidos a raíz de los recientes ataques terroristas del 11 de setiembre nos deben llamar a la reflexión..."


"EL CENTINELA
a) EL LLAMADO
Para Saint-Exupéry la conciencia de ser responsable brota de un llamado a ser de la vanguardia. No todos tienen que ser centinelas resguardando la misma muralla. No todo el mundo tiene el mismo peso de responsabilidad sobre sus hombros y eso es evidente. Un padre de familia no tiene la misma responsabilidad del niño de meses que duerme plácido en su cuna, un maestro no carga el mismo peso que el más pequeño de sus alumnos. Pero ciertamente podemos afirmar que cada uno, desde su propio puesto tiene la misión del centinela, de ser responsable de la ciudad encomendada.
“Había, pues, algunos semejantes a centinelas frente a la noche como frente al mar. «Helos ahí —me decía yo—, testigos de la vida ante el mar impenetrable. En vanguardia. Somos pocos los que velamos sobre los hombres, a quienes las estrellas deben su respuesta. Somos unos pocos de pie con nuestra opción de Dios. Soportando la carga de la ciudad, somos algunos entre los sedentarios a los que flagela duramente el viento helado que cae como un manto frío de las estrellas».

Capitanes, camaradas míos, he aquí que es dura la noche venidera. Porque los que duermen no saben que la vida es sólo cambios y crujidos interiores del cedro y muda dolorosa. Somos unos pocos que sostenemos por ellos ese fardo, somos unos pocos en las fronteras aquellos a quienes quema el mal y que reman lentamente hacia el día, que aguardan, como en el mástil del vigía, la respuesta a sus preguntas ...
Fue entonces cuando me pareció que una misma frontera separa la angustia del fervor. Porque angustia y fervor se tocan en lo mismo. Ambos son sentimientos del espacio y de la extensión.
«Velan conmigo —decía yo—, únicamente los angustiados y los fervorosos. Que reposen, pues, los otros. Los que han creado durante el día y que no tienen vocación para permanecer a la vanguardia...».”

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